Sábado, 12 de Noviembre de 2022
por José Ángel Téllez Villalón
Un blog para entretejer mechas y chispas propias, con las que distinguir nuestros relatos, miradas y ritmos entre aquellos que nos imponen, develando trazos y capas bajo el brillo, la trama de intereses y secuelas detrás del videoclip dominante. Este es un espacio para promover el consumo crítico en Cuba.
En ese sabor agridulce equilibrio, entre lo típico y lo globalizado, lo exótico y lo universal, parece radicar el éxito de las dizi turcas…
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En la “medianidad” turca, ese estar entre dos, dos continentes y dos mares,  parece estar en la base de este  éxito global, que  ni los  mismos productores de Estambul   vieron venir. Su ubicación entre Europa, pretendido centro del mundo, y Asia. Ser una nación culturalmente  conectada con el antiguo imperio otomano, el griego, el romano, el persa, el bizantino. Con una  modernidad a medio camino, por su aspiración a parecer de occidente, pero siendo bien distintas, con peculiares étnicas  y auténticas costumbres. Tener la mayor mezcla genética de toda Europa, con un perfil  28 % turco, un 21 %fenicio, un 11% berebere, un 10% helénico, un 10% teutónico, un 9% eslavo, un 5% árabe, un 4 % lirio y un 2 % judío.
En ese agridulce equilibrio entre lo típico  y lo globalizado, lo tradicional y lo moderno,  parece  radicar el éxito de estas telenovelas. Los  telespectadores  orientales o asiáticos se topan con el mismo snobismo que marca su mirada a las exmetropolis, al centro de Occidente. Se encuentran reflejados en ese ese conflicto de identidad entre los valores tradicionales locales y la modernidad de corte occidental. Para algunos países musulmanes, las dizi ofrecen ejemplos liberadores. Los del Este, por su parte, encuentran costumbres o  valores un tanto  desparecidos de  su cotidianidad,  como la caballerosidad, el amor romántico y desesperado, la solidaridad familiar.
Para la experta  en distribución audiovisual Judith Clares, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la primera razón para que gusten tanto es que “su contenido es universal”. “Hablan de familia, amor, trabajo, del día a día. Tienen ese punto de culebrón cercano a la telenovela latinoamericana. Pero son más contemporáneas, cercanas, europeas”. “Pensamos que lo simple no gusta, pero hay muchas personas a las que les gustan las historias sencillas”.
En la misma línea opina la académica venezolana Carolina Acosta, de la Universidad de Georgia. "El actor turco es físicamente parecido al latino. Eso permite sentirlo más cercano. Y son historias de amor cuyo código compartimos". "En los Estados Unidos las rupturas amorosas se manejan pasando página rápidamente: Next! En cambio, nosotros necesitamos despecharnos, contarlo a una amiga, ponernos música melodramática. Los turcos, en esto, son parecidos", considera.
Según la  estudiosa de  telenovelas, las dizi turcas llevan el punto dramático a un nivel mucho más alto que las telenovelas latinoamericanas”. Y lo hacen con una marca de la casa: la lentitud. “Te van llevando al pico dramático despacito, con la música, las miradas, los gestos. Eso crea adicción”.
“Nosotros no podemos rodar buenas películas de acción, ni grandes thriller o películas fantásticas. Lo que se nos da bien son los sentimientos. Sabemos contar historias románticas y dramáticas. El amor en todas sus facetas”, cuenta Faruk Turgut, fundador de Gold Film, la productora de Pájaro soñador, uno de los grandes éxitos turcos en España.

 Elçin Sangu y Toygar Işıklı  en el videoclip “Söz Olur". (Tomado de Magazinkolik)
“La industria turca ha sabido explotar el tradicional apego de las audiencias a narrar historias en ese tono de triángulo amoroso, de melodrama, de lucha de clases, desde la perspectiva de los prejuicios, la superación, el poder económico y las relaciones humanas”, opina el analista  de televisión Mario Morales a la Agencia Anadolu. El analista señala que las historias turcas trabajan el mismo eje dramático mexicano, venezolano y colombiano, “que aprendía la lección de Brasil”, pero con una diferencia: “el cuidado estético de la industria turca es impecable”.
De acuerdo con Ana Olaya, gerente de programación y promoción de Canal 1 Colombia, la conquista de estos productos radica en que son producciones cuya historia genera mucho interés y su guion “te atrapa”. “Son historias diferentes las que se venden en Turquía, los personajes son reales, la gente los vive como si en verdad fueran ellos. Les agarran cariño u odio dependiendo de sus características”, añadió.
Son series de muy cuidadas facturas, protagonizadas por atractivos actores   que terminan siendo estrellas mundiales. Las  operatorias más efectivas para cautivar, sucesivos giros de guion que ponen a reaccionar problemas familiares, laborales o sociales, romances  imposibles, traición, drama, comedia, venganzas, justicia, lucha de poder … Personajes ficticios o históricos, problemas reales y posibles en contextos exóticos o muy parecidos al de los que las consumen
Como en la mayoría de las telenovelas mainstream, los guiones son meticulosamente proyectados para dosificar las emociones, con giros o tensiones calculadas para enganchar, expectativas que se satisfacen, se posponen o se desvían hasta el climax, reservado para el final. Pero las turcas tienen como particularidades un ritmo sumamente lento y una larga duración por capítulo, de dos o hasta tres horas.
Otro de los distingos  se lo deben a la censura.  En las series turcas no hay escenas de cama, tampoco desnudos, ni cigarrillos, ni alcohol. Y las heridas y la sangre son difuminadas cuando se emiten en Turquía. No amoldarse a la normas puede suponer multas millonarias del Consejo Superior de la Radiotelevisón (RTÜK), hábilmente utilizado por el gobierno islamista para meter en cintura a los canales díscolos.
“En el pasado éramos más libres, pero en los últimos años se han impuesto más restricciones. Ahora, por ejemplo, los besos no pueden durar más de tres segundos”, se queja el actor Furkan Andiç de la serie En todas partes tú. “No debería haber este tipo de censura, es una pena para los espectadores”. Por su parte, la  actriz Tuvana Türkay afirma: “A veces tenemos que frenarnos, desde cómo hablamos a cómo nos vestimos o a lo que bebemos, por cuestiones de costumbre y tradición”. “Pero si tuviéramos más libertad para mostrar abiertamente lo que ocurren en nuestra sociedad, las series turcas tendrían aún más éxito. Y creo que, en algún momento, sucederá”.
Sin embargo, desde otros lares se opina diferente, que esto, paradójicamente, facilita la exportación, especialmente para los públicos cansados de la hipersexualización de la televisión actual. “En Latinoamérica se estaba yendo al extremo. Además de haber mucha violencia, las escenas románticas eran muy explícitas. En cambio, las series turcas sólo insinúan, recuperan el tipo de novelas de hace treinta años”, opina Iván Sánchez, de Global Agency. Su compañero, Izzet Pinto, remata: “Los dramas turcos son bastante conservadores y familiares. Así que los canales de cualquier país pueden emitirlos en prime time sin necesidad de editarlos”.
Otro factor que estimula esta "adicción" por las novelas turcas es la banda sonora, la  música que llevando al espectador a sentir lo que le pasa al personaje. Cada tema relaciona con determinadas situaciones de la trama, unas para  los momentos de tensión, cuando el protagonista tiene que tomar decisiones difíciles, otra para las peleas o las rupturas, se escoge un instrumental para  los escenas  de soledad o cuando hay un distanciamiento entre los protagonistas, y otra más alegre para las instantes de  esparcimiento o  más festivos…
Dos firmas se destacan entre los que le ponen música a estos culebrones.
El compositor Murat Evgin, hijo de una estrella de pop que triunfó en los 70,  en  2003 descubrió que en la televisión estaba su futuro, convirtiéndose  en uno de los profesionales más reputados en la música de las series, películas y realities turcos. Entre estas  las telenovelas Elif  y Omer, sueños robados; esta última cuenta con  la primera canción de telenovela traducida e interpretada en español por el propio Evgin, “Pajaros heridos”.

El cantante Toygar Işıklı  ha conseguido  importantes éxitos por interpretar las  bandas sonoras de varias telenovelas turcas, entre ellas “Aşk-ı Memnu” (Amor prohibido), “Fatmagül’ün Suçu Ne?” (¿Qué culpa tiene Fatmagül?), “Ezel” y Medcezir”. También compuso las melodías de la serie de televisión “Perdona nuestros pecados”, que se transmitió  en Chile y en otros países latinoamericanos.
En uno de sus  videoclips, el de “Söz Olur",  aparece Elçin Sangu,  la actriz protagonista de “Te alquilo mi amor”. La directora del audiovisual, Hilal Saral,  ha dirigido series tan populares como la ya mencionada  “Aşk-ı Memnu”, además de “Fatmagül'ün Üçu Ne” y  “Kurt Seyit ve Şura”.

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