
Las telenovelas son mucho más que simples historias de amor en la TV. Son una verdadera institución cultural en América Latina. Desde sus orígenes en la radio y el cine, las telenovelas han absorbido y reinventado múltiples tradiciones narrativas populares.
Estas historias conectan con los públicos a un nivel profundo, hablándoles en un lenguaje familiar sobre valores y emociones que perduran. Por eso, telenovelas muy diferentes triunfan en todo tipo de audiencias.
La clave está en que las telenovelas no nacen de la nada. Son el resultado de un incesante reciclaje de historias probadas y aceptadas, que pasan de la radio al cine, a la TV y viceversa. Desde los folletines europeos hasta los éxitos televisivos, las telenovelas devoran y regeneran todo tipo de relatos.
Así, en México, la gran mayoría de telenovelas surgen de adaptaciones de radioteatros, películas, cómics y hasta novelas literarias. Solo una pequeña parte son historias originales para TV. Pero incluso esas beben de fuentes diversas, como las radionovelas cubanas o las telenovelas mexicanas, colombianas y venezolanas.
En resumen, en el mundo de las telenovelas, «no hay nada nuevo bajo el sol». Pero eso no les quita un ápice de su irresistible encanto para millones de espectadores en toda Latinoamérica.