
Joaquín López-Dóriga
Héctor Aguilar Camín
Alfredo Campos Villeda
Hoy se estrena, a las 15:05, por el canal TLNovelas, “Los ricos también lloran”.
No, no es la telenovela que vimos hace poco con Claudia Martín y Sebastián Rulli. Es el clásico de 1979 con Verónica Castro y Rogelio Guerra.
¿Cuál es la nota? Que por primera vez en la historia de la televisión mundial la vamos a poder ver restaurada para que coincida con los finísimos estándares técnicos de 2022.
Le juro que es una de las noticias más importante para la industria de la televisión mexicana, para Televisa y para la cultura pop de todo el planeta de los últimos años.
¿Por qué? Porque objetivamente “Los ricos también lloran” es la telenovela más importante de todos los tiempo y Verónica Castro, la reina más amada, de este género, de toda la historia de la humanidad.
Vamos a suponer que a usted ya se le olvidó la trascendencia de esta producción de Valentín Pimstein. Vamos a suponer que usted es muy joven y no tiene ni la más remota idea de lo que le estoy diciendo.
¿Por qué tanto escándalo? ¿Por qué hablar de esto hoy cuando hay tantas series y películas tan espectaculares en tantas plataformas de tantos países?
Yo le podría escribir un libro entero sobre este melodrama seriado, pero trataré de ser breve.
En 1979 Televisa era una empresa muy joven (estamos hablando de Televisa, no de Telesistema Mexicano) y las telenovelas, productos particularmente primitivos que sólo se hacían en pocos rincones de Iberoamérica.
México se la estaba pasando mal en términos políticos, económicos y sociales, mientras el mundo estaba dividido entre Oriente y Occidente. Eran los tiempos de la Guerra Fría.
No había Tratado de Libre Comercio, computadoras personales, internet ni teléfonos celulares. Imposible en pensar en un esquema de información o de entretenimiento que no fuera ver la televisión abierta al momento, sin grabaciones, sin la posibilidad de repetir o de compartir nada.
En ese contexto tan especial, el 11 de abril de 1979, a las 19:00 horas, se estrenó en el viejo Canal 2 una muy austera telenovela titulada “Los ricos también lloran”.
Las multitudes no daban crédito de lo que estaban mirando porque la historia se atrevía a meterse con la gente más poderosa de la nación en una muy clara afrenta social.
Pero, además, porque su productor se preocupó por consolidar 21 años de experiencia telenovelera a través de un lenguaje a color como jamás se había visto.
Y porque la jovencita Verónica Castro, en éste, su primer protagónico, construyó un personaje como no se veía en este país desde la Época de Oro del Cine Nacional.
Por primera vez desde 1958, una telenovela vespertina estaba conquistando México a un nivel tan impresionante que los directivos de Televisa tuvieron que subirla al horario de gala de la nación, al de las 21:00.
Para no hacerle el cuento largo, esto triunfó a tal grado que se le agregó una segunda parte, con una historia de maternidad, ahí mismo, pero de una manera tan orgánica, que las audiencias no sólo no se quejaron, se multiplicaron escandalosamente.
Quiero que entienda lo que significó esto para la cultura popular mexicana en aquel momento.
Fue el placer de ver una gran telenovela, moda, anécdotas, canciones, cambios de reparto, peinados, lanzamientos artísticos y más, mucho más. ¡Fue increíble!
Pero lo mejor vino después para un país acostumbrado a exportar, sí, pero a mercados naturales como Argentina, Venezuela o Italia.
“Los ricos también lloran” se exportó a la Unión Soviética, a China, a Medio Oriente, a África, a lugares del mundo en donde ni siquiera se había oído hablar de la existencia de las telenovelas.
Era lo más exótico del universo, un bálsamo para nuestra economía, un motivo de orgullo para Televisa, un mensaje inspirador para las mujeres y los hombre de México.
Verónica Castro se convirtió en la gran embajadora cultural de este país, fue recibida por presidentes y empresarios.
¡Bueno, yo muero por hacerle una gran entrevista, otra, donde me hable de esto y más porque, créame, ella inventó la globalización antes de que existiera esa palabra!
Lo que va a ocurrir hoy en el canal TLNovelas es fundamental porque le va a permitir a las nuevas generaciones conocer al clásico al que millones de personas le debemos todo y porque le permitirá a las generaciones de antes revivir grandes momentos al lado de uno de nuestros más amados referentes culturales.
Le doy las gracias públicamente a todos en TLNovelas por haberse arriesgado a hacer una inversión así de grande y complicada, y por tener una vocación telenovelera tan clara, tan congruente.
Los excelentes resultados de la restauración y transmisión de otros clásicos como “Corazón salvaje” de 1993 y “Amor real” de 2003 no me dejarán mentir. ¡Gracias!
A usted le suplico, primero que nada, que cuando mire “Los ricos también lloran” aprecie lo que va a tener enfrente. Yo sé que ante los ojos del mundo de hoy, a ratos, podrá parecer muy simple, pero no lo es. No lo fue. Nunca lo fue.
Y segundo, le ruego que luche con todas sus fuerzas por sintonizar esta experiencia. Es un privilegio volver a ver “Los ricos también lloran” (¡sólo que ahora en alta definición!). Es un honor seguir amando a Verónica Castro desde entonces. ¡Felicidades! ¡Ahí nos vemos!
Álvaro Cueva
alvaro.cueva@milenio.com
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